El reto se llama turismo
Nuestro porvenir turístico, es decir, nuestro porvenir, parece haber entrado en una suerte de montaña rusa de emociones, en la que un día nos despertamos con una buena noticia y al siguiente con una mala, y, así, día tras día.
Será la balanza de buenas y malas noticias la que vaya despejando un horizonte económico para las islas que pinte mejor o peor.
De hecho, la vigencia de los informes de coyuntura o de prospectiva económica sucumbe rápidamente ante una incertidumbre que se ha vuelto norma habitual. ¿Se han fijado como las previsiones de crecimiento son revisadas poco después de ser publicadas, y no precisamente por pocas décimas?. Como para no hacerlo, pues estamos inmersos en un continuo sobresalto, y es que, cuando no es la energía, es la inflación, cuando no es una nueva variante del COVID, es el encarecimiento de la gasolina y las mercancías, y cuando no es el gas, es el incremento de los costes de transporte…
Sin embargo, entre tanta adversidad, nuestra misión, desde Canarias, no puede ser otra que prosperar; lo que significa hacernos un hueco que cada vez aporte más valor en aquello que sabemos hacer bien. Y por ahora, pasadas unas décadas desde que comenzamos con esta industria, debemos estar convencidos de que somos buenos en esto del turismo, que nos hemos especializado en ello y que somos unos verdaderos profesionales construyendo un destino de referencia en el mundo.
Pero podemos ser mejores… mucho mejores.
Estoy convencido de que tendremos una buena temporada de invierno y un magnífico 2022 (según apunta el BBVA, Canarias será la CCAA que más crezca el año que viene, aunque bien es cierto, que este 2021 la previsión es que crezcamos menos que la media nacional). Será un buen año en términos de visitantes, seguramente también en relación al gasto que esos turistas harán en nuestra tierra, que es una de las claves de este negocio, es decir, no se trata de obsesionarnos solamente por el número de turistas, sino por la relación número de turistas/estancia media/gasto medio.
Ahí tenemos uno de nuestros retos. Somos condenadamente buenos en lo que hacemos, somos un destino consolidado y deseado, imprescindibles en invierno y relevantes en el verano, pero sin embargo… somos muy baratos.
Tenemos competidores, sin irnos muy lejos, europeos, como por ejemplo Grecia, que tiene “los mismos” clientes que Canarias y que sin embargo, es capaz de cobrar bastante más por una oferta que podríamos calificar de similar a la nuestra.
Así pues, además de los enormes retos que tienen nuestros empresarios, entre otros, digitalizarse, lograr incrementar sus ventas directas, eliminar la intermediación, en la medida de lo posible, en la larga cadena del negocio turístico y de, incluso, controlar parte de la capacidad aérea. Tenemos, en conjunto, que ser más competitivos, alcanzar mejores precios medios de nuestras habitaciones, generar un mayor ingreso económico, y además, con menos visitantes (y no es un utopía, aparte de que las mismas, ayudan a avanzar).
Si la caja registradora de Canarias mejora el resultado de sus cuentas, si el perfil medio de nuestros visitantes crece en poder adquisitivo y volumen de gasto y si nuestras empresas incrementan sus resultados, toda la economía de las islas girará a otra velocidad, dados los efectos de arrastre que tiene el turismo en el conjunto de sectores económicos, y como no, en el empleo, no sólo en número de trabajadores, sino también en la mejora de las condiciones laborales que también hacen todo esto posible y, sin duda, son pieza fundamental del éxito al que aspiramos.
En este camino, debe haber espacio también para ir repensando nuestro modelo turístico, especialmente escorado a las cifras macro, a los récords de visitantes, a la enorme masa turística. Quizá, un territorio tan frágil y presionado como el nuestro, no pueda ni deba soportar tal exceso; tenemos el reto de gestionar nuestro propio éxito también, de delimitar las capacidades de carga en espacios naturales sensibles, haciendo que la experiencia de visitarnos, sea más exclusiva, de vigilar las externalidades que también genera la industria turística, haciendo los malabarismos necesarios para conciliar la preservación de nuestro medio ambiente con el necesario progreso turístico.
Son retos de calado, y es que el esfuerzo será mayúsculo si queremos conseguir que Canarias siga, afortunadamente, dependiendo, durante las próximas décadas, de esta maravillosa industria: el turismo.
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Sobre el Autor
Alberto Bernabé
Economista por la Universidad de La Laguna, estudió un año en los Estados Unidos y posee un programa de alta dirección por el Instituto Bravo Murillo.
Tiene una dilatada experiencia de 25 años en el sector turístico y en gran medida en el sector público.
Inició su andadura profesional en la patronal hotelera Ashotel, como responsable de los programas de formación y empleo de los hoteles de la provincia de SC de Tenerife.
Posteriormente, se le encomendó crear lo que sería la Sociedad de Desarrollo de la cocapital de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, gerenciando la misma durante 4 años.
En 2004 es nombrado gerente de la sociedad pública del Cabildo de Tenerife, Turismo de Tenerife, labor que ejerce durante 8 años.
En 2011 tiene su primera experiencia política, convirtiéndose en Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de la capital de la isla, con la responsabilidad del área de hacienda, patrimonio y tecnologías.
Ya en 2015, se convierte en Vicepresidente y Consejero de Turismo y Acción Exterior del Cabildo de Tenerife. Hasta junio de 2019 ostenta por tanto las competencias plenas en Turismo de Tenerife, como Presidente y todas las funciones inherentes al sector, además de CEO en Teleférico del Teide. En junio de 2019 pasa a ser Consejero en la oposición, hasta febrero de 2020 en que devuelve su acta para dedicarse al sector privado
En la actualidad, es Asesor Turístico y PwC Senior Advisor en España.
Colabora en las temáticas de internacionalización y turismo.