Las empresas también tienen instinto
Nos empeñamos en buscar la felicidad como si se tratara de un estado permanente, cuando en realidad se suele encontrar en la propia búsqueda o por el camino, mientras avanzamos para superar ciertas situaciones.
Sucede en el ámbito personal y también en el profesional.
Crisis e instinto de supervivencia
La felicidad es una sucesión de buenos momentos, salpicados por “crisis” periódicas que nos hacen crecer: personales, colectivas y globales. En la primera que recuerdo, hace casi 20 años, escribí: “Cuando postergamos los sueños que nos pertenecen sin motivo, un día irrumpen de repente, obligándonos a ocuparnos definitivamente de ellos. Adoptan forma de crisis y entonces, ya no tiene sentido esquivarlos por más tiempo.”
En realidad, lo anoté de forma intuitiva, inspirada por la experiencia que viví entonces. La suficiente para reconocer la energía del cambio y la motivación que nos proporciona. Puedes llamarlo sueños, proyectos, objetivos o tendencias, la cuestión es que cuando abrazas esa energía, la vida cobra sentido.
La aventura que emprendí por aquel entonces que, por cierto, fue una de las experiencias más felices de mi vida, también me descubrió otra cosa importante: el instinto de supervivencia, ese que aparece justo cuando lo necesitamos para reconectarnos con nuestra esencia de seres humanos, para demostrarnos que podemos con todo lo que nos suceda y que la realidad casi nunca es tan terrible como nuestros miedos.
Por eso, no vale la pena preocuparse o temer, tan sólo ocuparse de seguir adelante, porque ese instinto nos permite avanzar con una fuerza inédita y enfocarnos en las soluciones que requieren los problemas reales, que afrontamos con la máxima atención y creatividad.
Cada crisis, sea individual o colectiva, es un detonante para abordar lo pendiente. Todo lo que hemos postergado sin motivo aparente, por miedo, desorientación o pereza simplemente. Quizá con la esperanza vana de que aparezca algo externo que nos lo solucione, algo que no sucede nunca. O quizá sí… A veces surge una crisis, sea de la índole que sea, para que actuemos sin más demora. Llámalo transformación digital, robotización, cambio climático o teletrabajo. Mientras pensabas en cómo abordarlo, de pronto ha sucedido y si tenías la tarea hecha, será mucho más fácil avanzar.
Las empresas también tienen instinto
Las organizaciones empresariales también llevan la supervivencia en su ADN porque, al fin y al cabo, están compuestas por personas, con su instinto y su know-how. Las configuran profesionales que ponen toda su creatividad al servicio del avance cuando es necesario y eso es lo que nos llevaremos de la era #postcovid19, por dura que nos pueda parecer, que lo es. Es momento de aplicarse y tener en cuenta que esta crisis no es más difícil que las demás, tan sólo es la última.
Ésta es la que toca ahora y, por lo tanto, como siempre, es inédita y nos obliga a superarnos, a descubrir nuevas herramientas y a abordar los proyectos pendientes. Siempre es así y sobrevivir como profesionales y empresas, es nuestra única obligación para alcanzar el futuro deseado.
El gran cambio ha llegado en 2020, pero en el fondo todos sabíamos que estaba ahí y que venía más disruptivo que nunca. La pandemia sólo lo ha magnificado y ha actuado como motor para la transición de la que tanto se hablaba, como poco desde el Foro Anual de Davos de 2016. La pandemia atrajo “el futuro del trabajo” al presente inmediato, haciéndolo aterrizar sin anestesia y acelerando los cambios a todo nivel ¿Te vas a desentender ahora? Ahora, adónde nos lleve…
Las personas están en el centro
Ya no hay marcha atrás. Si tenías la tarea hecha, bien por ti, y si no, te toca hacerla en modo supervivencia, tirando de ese instinto que tenías aparcado y sobre todo del foco que te aporta, como ser humano y como parte de una organización constituida por personas. Llegó el momento de abordar los cambios postergados, sin prisa y sin pausa, uno detrás de otro, ocupándonos y sin preocuparnos, fieles a nuestra naturaleza de seres humanos y dejando atrás discusiones estériles. Y, ya que estamos…
Hagámoslo bien. Aprovechemos para ser creativos, confiar, comprometernos y actuar con miras de futuro: con confianza en nuestro know-how, habilidades, equipo y compañeros de viaje, porque el foco ya nos lo garantiza el instinto de supervivencia.
Muchos de los avances que han aparecido ya estaban aquí, pero no se utilizaban tan masivamente, otros estaban al acecho, esperando el momento adecuado para manifestarse: digitalización, salto tecnológico, inteligencia artificial.... Adoptémoslos ya y, por si es poco, añadámosle: distancia física, que no social o laboral, flexibilización de los espacios laborales, nuevos modelos empresariales, garantías sanitarias, ODSs y confianza en las personas como centro de las organizaciones, porque ahora, más que nunca, seguimos necesitando la conexión humana, la creatividad y el instinto.
Dejemos lo que funciona bien y cambiemos lo que no va… Así de sencillo, ¿o no? Son las personas las que conducen la pulsión de cualquier cambio, así que, además de seguir las tendencias tecnológicas y del mercado, seamos conceptuales y adaptémoslas a nuestra empresa, con su know-how y en su sector, poniendo a las personas en el centro de la organización y enfocados en nuestra diferencia. Reanudemos el vuelo y, si no puede ser cogidos de la mano, ni saludándonos con los codos, conectémonos desde el corazón con el alma de la organización, para conducirla hacia el éxito de forma genuina y diferencial.
¿Te atreves? Yo sí… ¡Y cuento contigo!
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Sobre el Autor
María-José Dunjó
Su pasión es el cambio y la reinvención profesional desde hace 15 años, cuando inició una nueva andadura profesional al reinventarse de ingeniera a consultora de transición profesional, tras 12 años en multinacionales tecnológicas.
Ofrece servicios de consultoría, formación y comunicación para profesionales y empresas en circunstancias de cambio (presenciales y online). Además, gracias a los proyectos realizados para más de 500 clientes y a la amplia red de colaboradores que ha ido tejiendo, ha conseguido que la experiencia de sus dos etapas profesionales sume, facilitando el encaje con cada necesidad de cambio de sus clientes, tanto en ámbito de negocio y empresa, como en el de operaciones y procesos de renovación profesional y organizacional según las tendencias del mercado.
Su labor es aportar introspección, organización, planificación, comunicación y renovación, en línea con los objetivos que se plantean.