La jornada laboral va a morir
Crónica de una muerte anunciada …
Si la empresa en la que trabajamos nos permitiera elegir cuándo o dónde queremos hacerlo ¿seríamos más felices y productivos? Todo parece indicar que si, aunque nuestra “cultura del presentismo” no lo pone fácil.
En España la duración habitual de una jornada de trabajo a tiempo completo gira en torno a las siete u ocho horas diarias, dependiendo del convenio laboral y del sector. Sin embargo, la realidad es que en muchas ocasiones alargamos la jornada, en una tendencia que se repite en la sociedad y los organizaciones españolas, cuyos índices de productividad son, cuanto menos, mejorables.
Es evidente que estamos inmersos en un cambio de paradigma, donde la jornada laboral de 40 horas semanales, tal y como la conocemos, ha quedado obsoleta. El aumento de la eficiencia de las máquinas, las herramientas tecnológicas a nuestra disposición y la evidente necesidad de conciliar nuestra vida familiar y personal con la actividad profesional son sólo algunos de los elementos que propiciarán la inminente transformación.
Las nuevas generaciones aprecian cada vez más poder disponer de su propio tiempo, siendo éste un factor decisivo en su motivación y compromiso con las empresas, anteponiendo su calidad de vida a aspectos antes esenciales como la retribución o el estatus.
Cada vez son más las organizaciones que apuestan por flexibilizar la jornada en modelos que van más allá de la conciliación, todo indica que en el futuro la integración del trabajo en nuestras vidas y de nuestras vidas en el trabajo será la clave para conseguir horarios más amables y adaptados a las necesidades de empresas y trabajadores.
Son muchas las ventajas de adoptar medidas de flexibilización de la jornada. Entre otras, se incrementa el rendimiento y la productividad, el clima laboral mejora y el índice de absentismo disminuye. Para las personas, disponer de su tiempo se convierte en un intangible crítico.
Hacerlo realidad pasa por dejar de refugiarnos en tareas improductivas y fáciles que no aportan nada, centrarnos en aquellas que realmente implican valor y evitar relacionar el presentismo con la mal entendida profesionalidad.
La transformación viene dada por la capacidad de generar valor, la innovación y la creatividad, no por las horas que invertimos en lo que hacemos. En este contexto, cuestiones como la evaluación de los profesionales y su retribución se determinan en función de los resultados.
Son muchas las empresas que ya han comenzado a dar el salto. Casos como los de General Electric, una de las empresas más grandes del mundo, que en 2015 dejó de limitar el número de días de vacaciones a su plantilla siempre y cuando cumplieran con los objetivos pactados, o el de Acciona o Endesa, con horarios de entrada y salida flexibles.
Entre las medidas más frecuentes y valoradas están:
- Entrada y salida flexible, siendo lo más habitual entre las empresas que la adoptan dar una hora de flexibilidad para entrar o salir del trabajo en función de las necesidades de la persona y el puesto.
- Teletrabajo, trabajar dónde queramos, las opciones van desde ofrecer un porcentaje de la jornada laboral diaria hasta días o meses enteros.
- Banco de tiempo: ofrecer un servicio al personal mediante el cual pueden encargar pequeños recados como realizar gestiones administrativas, ir a la tintorería o a la farmacia.
Pero, ¿está este cambio al alcance de todos los sectores, organizaciones y puestos? Está claro que para poder hacerlo es esencial tener claros los objetivos que se quieren conseguir y poder medir los resultados, y eso tan básico no siempre es posible.
Además, la legislación laboral española y las propias instituciones no lo facilitan. Sólo basta pensar en la reciente campaña de la Inspección de Trabajo sobre el registro de la jornada, y toda la polémica en la que se vio envuelta.
Sin embargo, no creo que sea necesario ser una “gran empresa” ( en cuanto a tamaño) o esperar a que la legislación y las instituciones se adapten a esta realidad para implementar medidas que permitan un incremento de la satisfacción y la productividad en el ámbito del trabajo.
Los “ingredientes” son : una organización madura dónde la cultura del presentismo esté superada, una plantilla formada por personas responsables, exigentes y flexibles, unos objetivos bien definidos y buenas herramientas para valorar los resultados.
En este sentido, antes de adoptar cualquier medida, es imprescindible implicar a los líderes de la organización ( sobre todo a los mandos intermedios) y asegurarse de que comparten la nueva visión. Además, explicar de forma sencilla y clara las decisiones a tomar y los motivos por los que se adoptan.
Por último, me parece necesario mencionar que la desaparición de la jornada laboral tal y como la conocemos no implica necesariamente que en el futuro vayamos a ser más productivos y felices, ni que trabajaremos menos ni mejor.
En esta nueva etapa, en la que las fronteras físico-temporales del trabajo se están transformado, que el cambio sea para bien o para mal dependerá de nosotros y de cómo lo gestionemos.
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Sobre el Autor
Daniela Postiglione
Directora de Personas y Desarrollo del Talento en Cajasiete, en su experiencia de más de 15 años en el desarrollo de personas ha comprendido que salvaguardar y fortalecer los valores y la cultura de la marca, atraer e inspirar a los mejores profesionales a formar parte de ella y crear un ambiente de trabajo estimulante y enriquecedor son esenciales para el éxito de una empresa.
Su manera de contribuir a este objetivo es conocer de cerca el negocio, centrarse en el potencial de las personas, usando un estilo de comunicación humilde, cercano y claro, organizar y priorizar las tareas en función del valor que aporten y garantizar la integridad y profesionalidad en lo que hace.
Trabajar en un entorno cambiante y enfrentarse a retos en los que tiene que aportar soluciones creativas le motiva y enriquece.
Colabora dentro de la temática de Recursos Humanos.