Esperanza ante la incertidumbre
No son días fáciles, no lo son. No es una situación sencilla, no lo es.
Tampoco es la primera que en Canarias sufrimos un potente revés sanitario. Ni siquiera que se sufra un profundo contratiempo en la economía. De hecho, la Historia económica de Canarias es la historia de una crisis estructural con coyunturas de bonanza. Azúcar, vino o cochinilla supusieron enormes dificultades para la sociedad y la economía en las islas cuando terminaba su ciclo productivo. Miseria, hambre y emigración era la consecuencia inmediata.
Incluso durante las dos guerras mundiales, mientras en otros territorios del Estado se producía un crecimiento, en Canarias se extendían las hambrunas. La debilidad del modelo productivo y la dependencia de los mercados exteriores eran el denominador común.
Aunque de otra manera, el potente desarrollo económico alcanzado con el Turismo presentaba los mismos anclajes: el valor de la geografía y la dependencia de los mercados exteriores.
Sin embargo, la coyuntura en la que estamos inmersas sí registra rasgos distintivos. El primero, y quizá más llamativo, es la generalización del efecto pandémico del coronavirus, y la rapidez de su propagación. Ambas características consecuencia inmediata de la universalización de los procesos productivos y de la comunicación. De ahí se deriva lo que quizá sea el efecto más llamativo -y más duro de combatir- de la actual situación: la economía se ha parado. No es que se haya ralentizado, o disminuido el Producto Interior Bruto, no; la economía se ha parado.
¿Alguien sopesó el impacto sobre la economía y las personas de las decisiones que se tomaban? ¿La improvisación con la que en ocasiones se han tomado llevaba aparejada una evaluación de las consecuencias posteriores? ¿Se ponderó suficientemente lo que supondría parar los aviones para un territorio como el canario? ¿Y las comunicaciones interinsulares? Pasaremos de recibir 16 millones de turistas a cerrar todos los hoteles, con la previsión en el mejor de los escenarios de conseguir 5 millones en el 2021, ¿alguien está pensando cómo recuperarlos? ¿De dónde saldrán los ingresos de las administraciones públicas?
Evidentemente, desde el punto de vista sanitario y de protección de las personas, la medida es incontestable. Pero ahora que el sistema sanitario comienza a responder controlando la situación, debemos ponernos a pensar -y a trabajar- en cómo amortiguar el efecto económico, social, afectivo y cultural de la crisis sanitaria.
No será fácil arrancar la economía canaria después de perder entre 15 y 20 puntos del PIB, lo que supone entre 7.000 y 10.000 millones de euros, de 48.000 millones.Los datos de Canarias son más graves por nuestro sistema productivo, con el 35% del PIB y el 40% del empleo vinculado al sector servicios. Un sector que seguirá estando cerrado durante meses, y cuya puesta en marcha será lenta y difícil, porque depende no solo de la respuesta sanitaria del Archipiélago, sino de lo que pase en los territorios donde viven nuestros clientes, en los países de origen de nuestro turismo. Estamos hablando de un gran impacto en empleo, en las empresas y en los ingresos públicos, y por tanto en la financiación de servicios esenciales.
Por eso, el Estado y la Unión Europea han de comprometerse con Canarias más que nunca: porque la economía se ha parado, porque el impacto sobre el empleo será demoledor, porque no tenemos alternativas a corto plazo al turismo. Porque la paralización de la actividad económica derivada del turismo supondrá la pérdida total de ingresos para las administraciones públicas.
Una vez más en su Geografía, en la plena validez del Régimen Económico y Fiscal, y en el Estatuto de Región Ultraperiférica que ampara la Unión Europea, debemos buscar las palancas para activar la economía. En eso y en la autorización para disponer de fondos por parte de las administraciones públicas canarias, que les autoricen para utilizar el superávit, y además para poder endeudarse.
Giremos nuestra economía hacia la sostenibilidad, la investigación y las nuevas tecnologías, sin olvidar el turismo. Busquemos medidas eficientes, reversibles. Recuperemos urgentemente la conectividad aérea y marítima, y las medidas fiscales orientadas a la inversión interior y a captar inversiones estratégicas. Será en este nuevo contexto donde se ha de librar la batalla por la disposición de fondos en Bruselas, contando con las especiales condiciones de la Regiones Ultraperiféricas.
Eso sí, necesitamos un requisito imprescindible. Necesitamos liderazgo. Liderazgo empresarial y político. Liderazgo social. Y creatividad y cocreación. Hay que desterrar la decisión en el plazo corto. Hemos de centrarnos en la gestión de la crisis, y el medio plazo que nos permita oxigenar la situación.
No perdamos el tiempo en debates cortoplacistas. Seamos fuertes ante Madrid y ante Bruselas. Hagámoslo desde la confianza, buscando el crecimiento y con una estrategia de sostenibilidad. Es ahí donde localizamos las razones para la esperanza.
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Sobre el Autor
Milagros Luis Brito
Licenciada en Geografía e Historia y Diplomada en Alta Dirección de Empresas con un Máster en Comunnity Managment, Empresas 2.0 y gestión de redes, fue desde febrero de 2012 hasta junio de 2017 Vicepresidenta de la Zona Especial Canaria, Consorcio integrado por el Gobierno de Canarias y el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Asimismo ha ejercido como Profesora de Historia de Canarias en la Escuela Universitaria de Trabajo Social y dando ponencias en diferentes jornadas y congresos complementando esta actividad con la elaboración de diversas comunicaciones y publicaciones.
Colabora dentro de la temática de Internacionalización.
Javier Fernández
Desde la última crisis, muchos dijimos que debíamos diversificar nuestra economía para no depender tanto de turismo y ladrillo. Cambiar el modelo de Canarias hacia la sostenibilidad, con más educación y otras industrias como las renovables, conocimiento, I+D+I, tecnología, etc. El Turismo podría seguir siendo una industria potente, pero más sostenible con un turismo con mayor poder adquisitivo y, por consiguiente menos turistas, pero de más calidad.
Pasó la crisis en 2014 y no hicimos absolutamente nada. Siempre se me pasaba por la cabeza, que pasaría si nos quedáramos sin turismo por un atentando, por ejemplo. Siempre me decía, somos demasiado dependientes de esta industria y nos lo pagaremos. Nunca me imaginé que ese momento llegaría.
¿Nos reinventaremos ahora? ¿Cambiaremos nuestro modelo para que no vuelva a ocurrirnos esto o nos podrá la urgencia y seguiremos empecinados en el mismo modelo que nos vuelve tan vulnerables? No soy muy optimista, la verdad.
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