COVID-19: Geopolítica de la vacuna, reto y oportunidad para Canarias y España

Frente a una crisis, la del coronavirus, que ha bloqueado la movilidad y noqueado la economía global, la vacuna se apunta como el principal remedio de salida. Sin embargo, tan importante como tener la vacuna –desarrollada en tiempo récord–, es la vacunación: conseguir en una campaña también sin precedentes, que llegue a todos los países y a todas las personas.

En esta estrategia las grandes potencias se posicionan para apuntalar la diplomacia y establecer nuevas relaciones estratégicas en África como tablero esencial para Canarias y España.

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El virus SARS-CoV-2 se ha expandido por la geografía global sin encontrar barreras. Los gobiernos, especialmente en occidente, han tenido que tomar medidas drásticas que afectan a la movilidad, al distanciamiento y al cierre de buena parte de la actividad económica, cultural y social. La sensación de impotencia llevó, desde el inicio de la pandemia, a pensar en la vacuna como el pinchazo milagroso que permite alcanzar una inmunidad de grupo y volver a recuperar el equilibrio perdido.

La inversión de recursos públicos para conseguir desarrollar vacunas en el menor plazo de tiempo posible ha hecho que las primeras llegaran a los países occidentales antes incluso de que hubiera pasado un año desde que se descubrió el código genético del virus. Todos los países occidentales, además de Rusia y China, se lanzaron a una carrera, más allá de la científica, para asegurar primero que su población –toda su población– pudiera quedar cubierta. Pero la epidemia no acaba cuando baja la transmisión en un país, sino sólo cuando se consigue en todos.

Una nueva iniciativa multilateral, COVAX, que combina intereses públicos y privados, ha nacido para dar respuesta a los países de rentas bajas y medias cuya capacidad para conseguir acuerdos es menor y su potencial económico no garantiza la inmunización de sus poblaciones. COVAX se ha fijado llegar al 20% de la población en los 94 países de menor renta durante el año 2021. Pero esta plataforma internacional, que avanza hacia un nuevo modelo de multilateralismo abierto a actores que no son únicamente estatales, se cruza con multitud de acuerdos bilaterales que han abierto un nuevo mapa geoestratégico: geopolítica de las vacunas como principal estrategia de seguridad global.

Un objetivo alcanzable sólo si las vacunas son asequibles, accesibles y universales. Desde el inicio de esta pandemia enseguida se hizo evidente no sólo que necesitábamos vacunas, sino que para acabar con la crisis global necesitábamos además asegurar que llegaran a todo el mundo, en el sentido más literal del término: a todos los países y a todas las personas. El concepto de salud global es ahora mismo la estrategia prioritaria –tal vez la única– para hacerlo posible. Si hasta ahora era defendida desde una perspectiva ética o de solidaridad con los más vulnerables, principalmente a través de una transferencia de recursos entre el Norte, rico, y el Sur, pobre, la dimensión de la pandemia, y el efecto en las vidas en riesgo, en las relaciones sociales, laborales y económicas, la han convertido en una estrategia de seguridad mundial, cuya arma principal para hacerle frente y recuperar el equilibrio pasa por las vacunas.

Las vacunas son, mucho antes de que el coronavirus apareciera, la mejor estrategia coste-efectiva en el ámbito de la salud. Las vacunas, entendidas como la única herramienta que puede proporcionar inmunidad de grupo para empezar a retirar barreras, como las restricciones a la movilidad, el distanciamiento social o los cierres comerciales, convierten su valor en oro. Los retos que plantea esta epidemia exigen un volumen de fabricación de vacunas impensable. Si todas las vacunas requieren dos dosis, como sucede con las primeras aprobadas, se requerirán 15.000 millones de dosis para inmunizar a toda la población del planeta.

La responsabilidad y sobre todo la voluntad de pasar de la fase de desarrollo de la vacuna a distribuirla entre la población en el menor tiempo posible, se traslada entonces inmediatamente a la agenda política y a los gobiernos que, frente a la impotencia por no poder parar el virus con otros medios, deciden asumir el riesgo de adelantar recursos a los productores y empezar a manufacturar millones de dosis mientras las vacunas se están probando todavía en fase de test. La vacuna, sin duda, va a suponer un cambio. Pero para eso necesitamos que se cumplan tres factores: que sea eficaz, que sea asequible y que llegue lo más rápido posible a todos; también a los más vulnerables. El riesgo de vacunar únicamente en los países ricos significa que la epidemia puede hacerse endémica en los que no logren frenarla, lo que por un lado generaría un reservorio del virus, que podría retornar inmediatamente una vez hubiera mutado y por otro obliga a cerrar las fronteras.

Si en España se vacuna a una franja en torno al 70% de toda la población para alcanzar la inmunidad de grupo, pero buena parte de los países latinoamericanos no llegan a un nivel similar, el riesgo es evidente y la necesidad de mantener restricciones a la movilidad seguirá siendo una barrera necesaria. Dicho de otra manera, si España vacuna a toda su población, pero los países del norte de África o de Latinoamérica apenas tienen dosis, habrá que seguir cerrando fronteras y frenando el comercio exterior.

El objetivo prioritario debe ser el acceso equitativo que se puede lograr a través de licencias voluntarias, acuerdos de transferencia de tecnología y el compromiso de mercado avanzado COVAX, financiado por donantes para subvencionar vacunas a quienes no puedan pagarlas. La plataforma internacional COVAX fija su objetivo en garantizar que todos los países del mundo tengan dosis para vacunar el 20% de su población durante la fase aguda de la epidemia antes de que finalice el año 2021, de manera que todos puedan ir bajando su curva de contagios en paralelo.

Para ello está previsto que se lance una ronda de financiación entre países donantes apelando a la ayuda oficial al desarrollo entre enero y febrero de 2021. El objetivo es conseguir 5.000 millones de dólares, que unidos a los 2.000 millones que ya tiene en caja, permitirían avanzar el pago para comprar 2.000 millones de dosis para los 92 países de renta baja que no tienen suficientes recursos para pagar Las vacunas se han convertido así en un arma más de la batalla geopolítica. Algo similar ha ocurrido en el Norte de África. El ultraproteccionismo de EEUU, que prohíbe vender stock que salga de su país, incluso a socios tan estratégicos en el mundo árabe como Marruecos, ha permitido a China ocupar un mercado que en principio le hubiera sido esquivo.

En el África Subsahariana, Ghana ha sido el primer países en recibir la vacuna de Astra Zeneca pero en un volumen simbólico. Rusia, por su parte, está logrado colocar millones de viales con su vacuna Sputnik V no sólo entre sus vecinos, sino entre buena parte de países latinoamericanos, empezando por Brasil y Argentina. La urgencia por la vacuna es la misma en Europa que en África o en el resto del mundo, y eso es lo que ha provocado esta otra carrera comercial, para asegurar que estos países no se queden a la cola.

Si volvemos al dilema inicial, sin duda la llegada de la vacuna es una gran noticia. Es la única arma que puede acabar con la pandemia. Pero eso no puede suceder sólo en España, en la UE o en Occidente. El virus no conoce fronteras. No se trata de caridad, se trata de que la pandemia sólo podrá frenarse si la vacunación es global. Un arma definitiva que lo será si hacemos todo lo necesario para que llegue a todos al mismo tiempo. Ahora que España elabora una nueva estrategia de salud global, en el marco de una nueva visión de cooperación, es el momento de apostar por ese horizonte común.

Estas reflexiones afloran emerge en un contexto en el que Canarias emerge en su contexto geoestratégico como un hub europeo para realizar negocios con África con su abanico de infraestructuras, servicios y ventajas del estilo de vida europeo, con un ordenamiento estable y seguro, óptima situación geográfica, conectividad aérea y marítima y excelentes redes de comunicaciones, oferta de personal altamente cualificado formado en universidades y centros de I+D, lo que configura a Canarias como excelente plataforma logística y comercial para operar en África Occidental.

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Sobre el Autor

Isidoro López

Isidoro López

Consultor en Inversión Internacional y Comercio Exterior, Experto en Zona Especial Canaria (ZEC). También es Socio fundador y CEO de Canary Consulting & Trading y de Canary Sustainable Trade, Ambas, consultoras que buscan promover la atracción de inversión extranjera a Canarias prestando la gama de servicios integrales de apoyo que requiere la implementación de proyectos empresariales tanto desde el punto de vista de la consultoría de inversiones, como de la de comercio exterior.

También es MBA IE Business School, con experiencia en el sector financiero y tras 14 años en la Zona Especial Canaria (ZEC) ha desempeñado tareas directivas, orientando su actividad a la consultoría de inversiones en Canarias y asesoramiento en comercio internacional.

Colabora dentro de la temática de Internacionalización.

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