No, no somos Singapur, pero podemos mejorar
Siempre que comparan a Canarias con Singapur, me acuerdo de los titulares de las revistas de avión o de algunos programas de radio que se dedican a destacar las grandes capacidades y el potencial que tiene el Archipiélago.
Casi siempre, ofrecen una visión superficial, edulcorada, reducida a lugares comunes, que no se corresponde con la realidad.
Singapur es un país soberano y puede decidir sobre su economía, educación, sistema financiero, política fiscal, sistema laboral y un largo etcétera. Tiene una superficie de 719 km², similar a la de La Palma, pero con una población que supera los 5,6 millones, es decir, con una densidad demográfica de 7.800 habitantes por km2, pero que es a la vez compatible con hermosos parques naturales y numerosas atracciones turísticas.
Singapur tiene una posición geoestratégica muy buena, cuenta con uno de los puertos más grandes del mundo, con más de 30 millones de TEUS gestionados anualmente, lo que representa el 40 por ciento de PIB, alrededor de 300.000 millones de euros.
La tasa de desempleo es del 3%, algo que coincide con que Singapur es el segundo país que más facilita la concreción de negocios, según el ranking Doing Business. En tres días se crea una empresa, con tipos marginales máximos del 22% en IRPF y múltiples ventajas para las sociedades, no existen trabajas burocráticas ni administraciones superpuestas. Al mismo tiempo, Singapur cuenta con uno de los mejores sistemas educativos y sanitarios del mundo.
El Índice de Percepción de la Corrupción del sector público el año pasado fue de 84 puntos, lo que lo sitúa entre los países con menos corrupción, o al menos así lo perciben en el país asiático.
Canarias se sitúa a años luz del desarrollo político y económico de Singapur y, sin embargo, a veces los medios de comunicación se empeñan en ofrecer una visión simplista y superficial del asunto, como si el Archipiélago estuviese en condiciones de ser Singapur con el mínimo esfuerzo.
En Canarias, tras pasar momentos complicados derivados de la crisis económica y financiera, el crecimiento económico no se traduce en la reducción de la pobreza (o creación de riqueza, que es lo mismo) que desearíamos, y esto sí que debe ser un asunto prioritario. Como mejorar el sistema educativo y lograr, por ejemplo, que el bilingüismo sea una realidad en los centros públicos, no una opción, sino una obligación que ayude a cualificar a los jóvenes, nuestra fuerza laboral del futuro.
Necesitamos líderes inclusivos. Para Acemoglu y Robinson (“Why Nations Fail”, 2012), los líderes inclusivos son aquellos que dan la batalla de las ideas y actúan para evolucionar el marco institucional hacia una recuperación del conjunto de patrones de comportamiento, normas de conducta o instituciones morales, que arraiga en la población de un país. Por otro lado, Acemoglu y Robinson sostienen que son líderes extractivos aquellos que se dedican a la depredación de los recursos públicos, obtenidos del trabajo y el esfuerzo del resto de los ciudadanos.
Canarias son estas maravillosas islas cercas de Europa, al lado de África, de camino a América, con sol y viento, pero nos falta dar esa batalla de las ideas y lograr líderes inclusivos. Nos falta respetar el proyecto personal de cada ciudadano y empresa, como en Singapur, y mantener firmemente instituciones, como en Singapur. ¿Qué instituciones?
No hablo de edificios ni parlamentos, sino de algo mucho más profundo y básico: respeto al derecho de propiedad, respeto a la palabra dada y el cumplimiento de los contratos, respeto al marco legal y respeto a la libre competencia, que incentiva la innovación, el mejoramiento de los productos y los precios, así como el crecimiento general de la economía y el aumento de la calidad de vida.
Esas y no otras han sido las claves de Singapur, que era mucho más pobre que Canarias y en pocas décadas es un ejemplo para el mundo entero.
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Sobre el Autor
Gonzalo Ascanio
Con más de catorce años de experiencia en auditoría, actualmente desempeña funciones de Socio en Strana Auditores, S.L.. Empresa que nace en febrero de 2017 con la idea de proporcionar a las empresas canarias servicios profesionales de calidad en el asesoramiento contable, auditoría financiera, consultoría de negocios y control interno, por profesionales de reconocido prestigio, que anteriormente, han prestado dichos servicios en multinacionales del sector de la auditoría financiera y consultoría de negocios.
Gonzalo Ascanio Herrera con una amplia experiencia en auditorías financieras y en asesoramiento contable y de negocios, trabajando durante más de 13 años en multinacionales del sector de la auditoría y consultoría financiera, es Licenciado con Honores en Administración y Dirección de Empresas por la University of the West of England (Bristol), Auditor de Cuentas inscrito en el R.O.A.C, Experto en Auditoría por La Universidad de Alcalá, Experto Contable Acreditado, Postgrado en Asuntos Públicos y miembro del Instituto Español de Analistas Financiero.
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