¿Quién le dice al rey que va desnudo?
En "El rey desnudo", el famoso cuento de Hans Christian Andersen, el rey encarga a dos sastres fabricar un traje con las mejores telas que existieran. Los sastres (dos estafadores de campeonato), convencieron al rey de que las telas que usarían, tendrían la capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo.
Mientras los sastres estafadores robaban los materiales, el rey enviaba a hombres de confianza para ver si realmente esa capacidad funcionaba. Todos, por supuesto, volvían al rey y le decían que efectivamente, la tela funcionaba. El rey, que también se veía desnudo, decide realizar un desfile por el pueblo para que sus vasallos pudieran “ver” el estupendo traje del que todo el mundo hablaba.
Esto fue así hasta que un niño gritó ¡pero si va desnudo!
Puede haber “jefes”, “emprendedores”, “empresarios” que consideren que la mejor forma de liderazgo es que sus empleados se alineen y cumplan de manera escrupulosa lo que se les ordena, casi de manera automática, con obediencia y confianza plena en la experiencia y conocimiento del líder.
La realidad parece indicar que los negocios tienden a rendir mejor cuando los emprendedores se asocian o contratan a empleados con los que usualmente no están de acuerdo, o, al menos, que son voces con opiniones disonantes a la hora de tomar decisiones en la empresa.
El conflicto nos ayuda a progresar, el desacuerdo nos obliga a confrontar las debilidades de nuestras ideas, evitando así incorporarlas a nuestras decisiones empresariales.
Resolver esas debilidades te obligan a invertir un tiempo extra en investigar y reforzar tus ideas, o en entender los disensos de tus empleados. En el futuro, esto podría transformarse en un ahorro de tiempo, dinero y energía.
Nuestra experiencia personal y profesional nos va cargando de sesgos cognitivos a la hora de tomar decisiones. Entender estos sesgos como posibles debilidades de las soluciones o decisiones que queremos tomar para resolver un reto concreto, nos permitirá también entender que la falta de acuerdo con los empleados procede de sus propios sesgos, los cuales pueden compensar los nuestros, logrando así, acercarnos de manera más eficaz y eficiente a una solución más completa a nuestro reto o problema planteado.
Seguramente muchos de ustedes habrán leído o escuchado sobre la testarudez y tiranía de Steve Jobs, el cual solía exigir características imposibles en sus productos, fechas límites imposibles de entrega, etc. Este tipo de liderazgo no parece el más óptimo para la mayoría de emprendedores que seguramente conozcamos.
Nadie puede dudar que, al menos en ocasiones, sus empleados no estarán de acuerdo con su líder o jefe. Crear un clima de confianza y honestidad, donde los empleados puedan, abiertamente, no estar de acuerdo con la opinión de sus jefes, genera un entorno mucho más enriquecedor.
Creo que todos y todas podemos pensar en conversaciones con amigos, familiares, etc. donde alguno de ellos comenta con cierta sorna, que, teniendo alguna opinión o solución para hacer algo mejor en su empresa, no lo va a comentar porque no lo van a tener en cuenta ni se les va a valorar.
Cultivar un ambiente de desacuerdo constructivo es un desafío mayúsculo para los emprendedores/empresarios. En ocasiones, se puede pensar que se está poniendo en peligro el liderazgo, o incluso que se pudiera perder el respeto de los empleados.
Sin embargo, asumir este reto y tener empleados frecuentemente en desacuerdo “constructivo” puede ser un signo de una organización fuerte, cohesionada y con un liderazgo del siglo XXI.
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Sobre el Autor
Pablo Díaz
Fundador y socio-director de EVM, donde además de labores de dirección, se encarga de liderar y gestionar el área de innovación pública. Además es co-autor de los libros "Open Government - Gobierno Abierto" (Algón Editores, 2010) y “Guía práctica para abrir Gobiernos” (Goberna America Latina, 2015). A nivel educativo es ingeniero industrial, con un Máster en Project Management y diferentes postgrados en gestión de la innovación organizativa.
También ayuda a otros emprendedores a convertir en realidad sus ideas. Algunos ejemplos son ZencityApp y eCivilis, iniciativas que buscan mejorar la gestión pública a través de la aplicación del paradigma del gobierno abierto, o Buong.TV, una plataforma online para la difusión de documentales centrados en mostrar la realidad social del mundo.