¿Desaceleración o crisis?Algunas recomendaciones para que nuestra empresa no caiga con ella

¿Desaceleración o crisis? ¿Galgos o podencos? Decía Tomás de Iriarte en su fábula “Los dos conejos” que “(…) En esta disputa llegando los perros, pillan descuidados a mis dos conejos. Los que por cuestiones de poco momento dejan lo que importa, llévense este ejemplo”.

Pues eso, sigamos elucubrando sobre lo que nos acecha, ¡qué más da si son galgos o podencos!, ¡qué mas da que lo llamemos crisis o desaceleración! Miremos hacia nuestra empresa y analicemos si estamos preparados para seguir compitiendo cuando pinten bastos.

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La experiencia del pasado debe ayudarnos a gestionar mejor las turbulencias que quizás se avecinen, por eso me permito convertir en recomendaciones algunos de los errores que yo mismo cometí o vi cometer en crisis anteriores:

  1. No echemos la culpa de todos nuestros males a la crisis. Muchas veces pensamos que todos nuestros problemas tienen origen en la crisis, es la excusa perfecta para no asumir responsabilidades y, lo que es peor, no poner de nuestra parte para revertir la situación. Si pensamos que la culpa siempre es de otro nunca mejoraremos, hay que cuestionárselo todo, no solo durante la crisis pero especialmente en ella y, si se puede, un poco antes. Veámoslo con un prisma optimista, la crisis agudiza el ingenio.

  2.  Pero tampoco sigamos como si nada ocurriera, no somos la orquesta del Titanic y si vemos las barbas del vecino cortar bien haremos en poner las nuestras a remojar. No se trata de mirar al futuro con miedo pero sí con una cierta dosis de prudencia, pensemos no sólo en cuánto podemos ganar sino en cuánto podríamos perder, revisemos nuestro presupuesto y plan de negocio a medio plazo introduciendo algún escenario más conservador que el más pesimista que tuviéramos y trabajemos el presupuesto de tesorería para no encontrarnos con sorpresas sin capacidad de reacción.

  3.  No transmitamos nerviosismo a nuestro equipo, hagámosle partícipe de una situación que solo con el compromiso de todos sacaremos adelante. Demostremos nuestro liderazgo, el sentimiento de pertenencia, la unión de todos y la confianza en los equipos marcará la diferencia y nuestro cliente así lo percibirá.

  4. ¿Recortamos gastos e inversión? Cuando llega la crisis la empresa va siempre por detrás, primero pensamos que no son galgos sino podencos, después pensamos que no hay mal que cien años dure y cuando queremos darnos cuenta llevamos varias batallas perdidas y no somos capaces de ajustar los gastos al ritmo que caen nuestros ingresos.

    En esos momentos la tentación es romper con todo, la desesperación nos lleva a querer recortar sin reparar en el impacto de las decisiones. ¿No recortamos entonces? Lo que hemos de evitar es actuar reactivamente, anticipémonos, definamos nuestra propia estrategia y confiemos en nuestro trabajo, definamos nuestro plan de acción y busquemos la eficiencia antes de necesitarla imperativamente.

    Para ello invirtamos en digitalización, en optimizar nuestros procesos de negocio, en otorgar herramientas de gestión a nuestros equipos, en formarlos para que estén mejor preparados para el futuro, solo de esa manera encontraremos una eficiencia que no alcanzaremos reduciendo plantillas o recortando gastos sin más.

  5. ¿Abandonamos nuestros proyectos de inversión? ¿Plegamos velas? No, prudencia pero no miedo. La crisis es momento de oportunidades, un paso adelante en la crisis son seguramente dos de ventaja, hay muchos que dan un paso atrás y podemos ser nosotros los que demos el paso adelante. Pero debemos ser más exigentes con la rentabilidad que queremos con nuestros proyectos, aumenta el riesgo de que se cumplan nuestros planes por lo que debemos exigir una mayor rentabilidad que lo compense.

  6. ¿Nos financiamos con deuda? Decía en uno de mis anteriores posts que suele ser un error endeudarse sin responsabilidad. En otro comentaba que me gusta la deuda cuando se destina a inversiones productivas pero sobre todo cuando se firma con la convicción de que la empresa va a ser capaz de generar la tesorería suficiente para atender los compromisos asumidos y de cubrir nuestras propias exigencias de rentabilidad, convicción que ha de estar basada en la prudencia de considerar que no siempre se darán las cosas como uno espera y que vendrán años buenos y otros no tan buenos.

    Si recomendaba esa prudencia en general, entornos como el actual aconsejan quizás ser un poco más conservador, tomemos deuda siempre que creamos que seremos capaces de devolverla y no pensemos solo en que es mejor que el dinero lo ponga otro y no yo, en las posibilidades que nos brinda una banca seguramente sin los proyectos de inversión que querría o en lo barato que está el dinero.

  7.  ¿Y si la deuda ya la tenemos? En ocasiones ocurre que cuando nos queremos dar cuenta de que la crisis se nos viene encima ya hemos financiado nuestros proyectos de inversión con deuda. Hacia atrás uno no puede ir pero es entonces cuando entre nuestros objetivos quizás debamos incorporar el de reducir paulatinamente nuestro nivel de endeudamiento, cuanta menos presión metamos a nuestro negocio en tiempos de crisis mejor, nada distrae más en la marcha de la empresa y la consecución de sus objetivos que pasarse el día buscando dinero o negociando con la banca para refinanciar la deuda.

  8. Diversifiquemos, muchas veces ya es tarde pero diversificar la actividad permite que la crisis, que no suele afectar por igual a todos los sectores, sea más llevadera. Suele ocurrir que la empresa pone todos sus huevos en la misma cesta, y es natural, ¿dónde va a invertir si no es en el sector que mejor conoce?

    No es común que se dé ese paso, no es fácil invertir en un negocio que no conocemos o del que no tenemos suficiente información, pero suele salirse más airoso de la crisis, suele verse todo con menos pesimismo, cuando por ejemplo hemos invertido en ladrillo, valores o negocios, en diferentes zonas geográficas en la medida de lo posible, y vemos que el impacto de la tempestad no nos afecta a todo por igual.

En definitiva, crisis o desaceleración, veámosla como una oportunidad, actuemos con prudencia y nunca con miedo, anticipémonos a los problemas, cuestionémonoslo todo y demos la confianza y herramientas de gestión a nuestros equipos para sortearla debidamente y salir de ella más fuertes, ¿quién dijo que iba a ser fácil?

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Sobre el Autor

Samuel Gómez Abril

Samuel Gómez Abril

Abogado y economista, asesor económico – financiero y estratégico de empresas, docente en materia de finanzas en programas de posgrado, formador y mentor de proyectos emprendedores.

Antes de iniciar su actividad en 2012 como profesional independiente había trabajado como abogado en Garrigues, consultor en BearingPoint, director financiero en el CD Tenerife y gerente en el grupo Número 1.

Especializado en control de gestión y análisis de inversiones, con experiencia en asesoramiento estratégico, gestión de operaciones y de proyectos, procesos de refinanciación y concursales, due diligence y operaciones de concentración empresarial.

Colabora dentro de la temática de Dirección y Emprendeduría.

Comentarios (1)

  • Pablo Aragon

    Pablo Aragon

    07 Junio 2019 a las 06:42 | #

    Felicidades Samuel, fabuloso articulo y análisis con contra medidas, serán galgos o podencos , pero se escuchan los ladridos

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