Alexis Robles

Alexis Robles

Como Microempresario, Auditor y Consultor de sistemas de gestión acreditados según los esquemas EOQ e IRCA, ha desarrollado la mayor parte de su actividad profesional vinculado al sector de la consultoría, con más de doce años de experiencia, especialmente en lo relativo a calidad, medio ambiente, desarrollo de estrategias organizativas y planificación estratégica y operaciones, tanto para el sector público como el privado.

También en el ámbito educativo. ha desarrollado ponencias y acciones formativas para entidades como la Asociación Española de Normalización (AENOR) o la Asociación Española para la Calidad (AEC) Actualmente, es Director General en Innovaris, empresa de consultoría de la que es co-fundador y Director de Operaciones para Innovaris Chile SpA, compaginándolo con la realización de auditorias de sistemas de gestión de calidad como auditor free-lance y colaborando en proyectos de carácter socio-económico y de desarrollo local con diferentes entidades y organizaciones.

Colabora dentro de la temática de Calidad.


Medir para decidir.

Medir para decidir.

Hasta ahora he dado algunas pautas sobre cómo enfocar un análisis de contexto y, en mi último artículo, hablamos de los procesos y sobre cómo poder componer un buen mapa de procesos en una organización. Además, ya habíamos hablado sobre la nueva serie de normas de calidad y hoy me había comprometido a hablar de herramientas de medición, así que eso intentaré hacer.

Lo cierto es que es muy habitual que en las empresas, especialmente en las pymes, algunas decisiones se tomen basadas en aquello de “yo pienso”, “yo intuyo” y “yo creo que”, estas tomas de decisión se basan en impulsos emocionales, no siempre racionales y que más a menudo de lo que debería obedecen a una situación de estrés en las organizaciones, aspecto que impide tomar decisiones basadas en hechos objetivos y, por tanto, se sustentan en la subjetividad del jefe y su opinión (personal), que con más o menos fundamento y a pesar de ser el jefe, sigue siendo una opinión personal.

Cuestión de procesos

Cuestión de procesos

Explicaba en mi primer artículo cómo habían evolucionado las normas de calidad, posteriormente trataba de contarles cómo abordar un análisis de contexto y ahora, me propongo proponerles una manera sencilla sobre cómo poder desplegar un adecuado enfoque a procesos.

Es importante recordar que la finalidad de cualquier sistema de gestión es poder normalizar la forma de hacer las cosas en una organización, estableciendo una sistemática para ello; si somos capaces de normalizar la metodología de actuación y, somos capaces de definir el método que empleamos habremos avanzado muchísimo en nuestro propósito, pues estaremos estructurando adecuadamente nuestro sistema de gestión. 

El contexto sí que importa

El contexto sí que importa

En mi anterior artículo explicaba cómo la nueva serie de normas ISO plantea nuevos retos a las organizaciones, de sus nuevos enfoques y de la necesidad de que alineen sus sistemas de gestión con elementos de planificación estratégica que permitan integrar sus procesos de negocio con los sistemas de gestión implantados y avanzar hacia la excelencia. 

Para ello es fundamental partir de un buen análisis de contexto, lo que en Canarias añade un plus de dificultad, pues hemos de tomar en consideración muchos aspectos, en su mayoría derivados de la insularidad y ultraperificidad.

Si queremos realizar un buen análisis de contexto deberemos discriminar cuatro grandes bloques de análisis

La calidad en las empresas, siempre en continua mejora

La calidad en las empresas, siempre en continua mejora

Generalmente y de manera tradicional, cuando las organizaciones implantan sistemas de gestión, lo hacen con el objetivo principal de conseguir una certificación externa, realizando en muchas de las ocasiones un despliegue del sistema de gestión que al finalizar no transmitía a los directivos de las empresas la sensación de estar recuperando la inversión inicial. O lo que es lo mismo: que el sistema de gestión, bien fuera de calidad, medio ambiente o seguridad, no retornaba de manera directa en resultados económicos. 

Por otro lado, muchas veces en las organizaciones se ha confundido el coste de calidad con el coste de no calidad, siendo dos aspectos bien diferenciados entre sí.

El coste de calidad implica la suma de todos aquellos recursos en los que vamos a invertir para implantar, certificar y sostener nuestros sistemas de gestión, como por ejemplo, consultoría especializada, certificación, calibraciones... Habitualmente es considerado como un gasto que realiza la empresa y que implica un impacto económico en la organización, cuando en realidad debería ser considerado como una inversión.  Por otra parte,  el coste de no calidad se asocia a todos aquellos costes en los que una organización incurrirá por no desarrollar sus operaciones y actividades de manera eficaz y de forma controlada. Son por tanto, costes asociados a fallos y errores en el funcionamiento de su sistema de gestión. Este coste puede y debe ser controlado, pues en la práctica, si se gestiona adecuadamente, constituye una herramienta de gran utilidad para el control de costes y la mejora de la rentabilidad de las organizaciones: Si se hace bien, se podrán planificar las actividades de manera preventiva, evitando así estos impactos y sus riesgos asociados.

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