Si leísteis mi última entrada y os habéis propuesto llevar a cabo la transición del uso del papel al soporte electrónico con el objetivo de mejorar en eficacia y eficiencia organizativa en vuestra empresa y estandarizar el modo de trabajar con los documentos, es muy probable que os estéis preguntando ¿por dónde empiezo? ¿cómo lo hago?
Escrito por Nani Forte
el Martes, 27 Agosto 2019.
Publicado en Innovación y Tecnología
Generalmente y de manera tradicional, cuando las organizaciones implantan sistemas de gestión, lo hacen con el objetivo principal de conseguir una certificación externa, realizando en muchas de las ocasiones un despliegue del sistema de gestión que al finalizar no transmitía a los directivos de las empresas la sensación de estar recuperando la inversión inicial. O lo que es lo mismo: que el sistema de gestión, bien fuera de calidad, medio ambiente o seguridad, no retornaba de manera directa en resultados económicos.
Por otro lado, muchas veces en las organizaciones se ha confundido el coste de calidad con el coste de no calidad, siendo dos aspectos bien diferenciados entre sí.
El coste de calidad implica la suma de todos aquellos recursos en los que vamos a invertir para implantar, certificar y sostener nuestros sistemas de gestión, como por ejemplo, consultoría especializada, certificación, calibraciones... Habitualmente es considerado como un gasto que realiza la empresa y que implica un impacto económico en la organización, cuando en realidad debería ser considerado como una inversión. Por otra parte, el coste de no calidad se asocia a todos aquellos costes en los que una organización incurrirá por no desarrollar sus operaciones y actividades de manera eficaz y de forma controlada. Son por tanto, costes asociados a fallos y errores en el funcionamiento de su sistema de gestión. Este coste puede y debe ser controlado, pues en la práctica, si se gestiona adecuadamente, constituye una herramienta de gran utilidad para el control de costes y la mejora de la rentabilidad de las organizaciones: Si se hace bien, se podrán planificar las actividades de manera preventiva, evitando así estos impactos y sus riesgos asociados.
Escrito por Alexis Robles
el Jueves, 07 Abril 2016.
Publicado en Calidad
Hace poco leí un magnífico artículo en el que el autor planteaba cómo explicaría a su abuela el significado de las recientemente descubiertas ondas gravitacionales. Este caso me recordó mucho a algunas conversaciones que he tenido con mi madre acerca de lo que hago habitualmente en mi trabajo.
En esas charlas, he tratado de explicarle mi función como consultor de sistemas de gestión de calidad y la comparo con mi labor como auditor. Y le hago una analogía...
-“Imagínate, mamá, que la empresa que me contrata es como un alumno/a de autoescuela, mi labor como consultor es ser como el profesor, que le enseña a conducir, que explica buenas prácticas al volante, y que luego le comenta cuando puede estar preparado/a para el examen”
-“¿Y el auditor?”, me pregunta...
-“El auditor es como si fuese Tráfico, el examinador independiente, y el que te dice si has aprobado o no, para que te puedas llevar el carné de conducir a casa. Lógicamente, como en la autoescuela, no puedes ser consultor y auditor a la vez, no es ético”.
Me mira un momento fijamente y me dice “En qué líos te metes hijo…"
Escrito por Alberto Santana
el Miércoles, 09 Marzo 2016.
Publicado en Calidad